¿Qué pasaría si una mentira pequeña —una fingida relación de laboratorio— se convertiría en el detonante de algo real, profundo y completamente inesperado?
¿Y si, en medio de todo eso, la persona que temías termina siendo la que más te ve de verdad?
Hay historias que se presentan como comedias románticas y terminan siendo mucho más. Que te arrancan carcajadas en una página y te dejan con los ojos húmedos en la siguiente. Así fue La hipótesis del amor , de Ali Hazelwood, para mí.
Esta novela no es solo la historia de una científica que besa a un extraño para cubrir una mentira frente a su mejor amiga. Es un viaje emocional sobre lo difícil que es confiar, sobre el miedo a no ser suficiente, y sobre cómo, a veces, las conexiones más reales nacen en los lugares menos planeados. Es una historia sobre ciencia, amistad, dolor silencioso y amor que se construye en los márgenes.
En esta entrada quiero contarte por qué me cautivó desde el primer capítulo, dónde fueron mis escenas favoritas, y cómo terminé viendo un poco de mí en Olive, una protagonista que solo quería encontrar su lugar… y sin querer, encontró también a alguien que la eligiera de verdad.
Reseña de La hipótesis del amor – Ali Hazelwood
Todo empieza con un beso. Uno improvisado, torpe, sin sentido… que desencadena una cadena de emociones imposibles de controlar. Olive Smith, estudiante de doctorado, besa a un hombre al azar para convencer a su mejor amiga de que está saliendo con alguien y que, por lo tanto, está “lista” para que ella comience a salir con su ex. Nada más caótico, nada más humano.
El giro es que ese hombre no es un desconocido cualquiera. Es Adam Carlsen, el profesor más temido del departamento. Rígido, seco, con fama de arruinar vidas académicas. Y sin embargo… acepta. Así, sin más. Fingirán una relación. Una mentira con fecha de caducidad.
Desde aquí la novela se convierte en un laboratorio de emociones. La tensión entre Olive y Adam es una mezcla perfecta de atracción, miedo, sarcasmo y ternura contenida. Cada interacción —en el laboratorio, en los pasillos, en las conferencias— se siente como un campo minado de emociones no dichas.
Me encantó cómo la relación crece sin prisa, como una reacción lenta pero inevitable . Adam no es el típico “chico malo” ni el héroe de gestos grandilocuentes. Es protector, observador, atento. Escucha. Está. Y eso es lo más poderoso: está, cuando Olive más lo necesita, incluso sin que ella se lo pida.
Y Olive… Olive está rota de muchas maneras. Ha perdido más de lo que cuenta, y su motivación para seguir investigando —ese deseo de salvar vidas con su kit de detección de cáncer— es profundamente conmovedora. Me rompió a leer cómo se siente invisible, cómo carga con su duelo y su inseguridad, cómo se cuestiona si realmente pertenece a ese mundo.
Una de mis escenas favoritas es cuando Adam se detiene frente al póster científico de Olive y defiende su trabajo ante un profesor condescendiente. No hay discursos épicos. Solo respeto. Solo admiración. Solo alguien que la ve.
También amé el viaje a la conferencia. Solo una cama. Solo ellos dos. Y esa tensión que se palpa en cada respiración. Pero también el cuidado, el espacio que se dan, la contención mutua. No es una escena “explosiva” como uno esperaría: es íntima, humana, dulce. Perfecta.
Y cuando llega el conflicto, duele. Porque para ese punto, ya estás invertida emocionalmente. Ya sabes lo que se juega. Y ver cómo se quiebran, cómo Olive tiene que enfrentarse no solo a lo que siente por Adam, sino a su miedo de ser vulnerable… duele de verdad. Pero también sano.
El final es como debía ser: no un cierre de cuento, sino uno donde los personajes eligen avanzar con lo que son, no con lo que fingieron ser . Y eso lo hace mil veces más real.
¿Por qué leer esta novela?
Porque La hipótesis del amor no es solo una historia de romance. Es un testimonio de cómo, incluso en los entornos más fríos y racionales, el corazón encuentra formas de abrirse paso. Porque es divertida, sí, pero también es honesta, emotiva, profundamente empática. Y porque todas hemos sido Olive alguna vez: inseguras, fuertes, rotas, luchando por encontrar nuestro lugar… y con suerte, alguien que nos mire y diga: “es contigo”.
¿Y tú? ¿Crees que una mentira puede revelar una verdad más profunda? ¿Te ha pasado que alguien te viera justo cuando más necesitabas sentirte visible?
Déjamelo en los comentarios. Me encantará leerte. 💬
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